Un año más, el 25 de noviembre se convierte en un día de denuncia de la violencia contra las mujeres, la violencia sexista y machista, que no tiene tregua. También tenemos que denunciar este día la violencia institucional que se ejerce contra las mujeres a través de medidas que inciden directamente en sus vidas: la reforma regresiva de las normas laborales y de la Ley del aborto.
Días como éste, deben servir cuanto menos, para remover conciencias y analizar de manera estructural, y preguntarse por qué a pesar de que teóricamente la violencia de género sea rechazada desde cualquier ámbito político, es aún una lacra endémica que junto con la desigualdad, se muestran como elementos inseparables.
Esta lacra requiere medidas específicas y especiales que proporcionen a las mujeres elementos de prevención y protección reales, y a la Sociedad conciencia y cultura política para rechazar todo tipo de violencia, y particularmente, la violencia sexista.