La voz del Pueblo


Ganas de quitar las ganas

Artículo de opinión de David Verdejo Moreno



Soy joven, estudiante y oriolano, de los que quieren a Orihuela y la sienten. También soy votante novel: estas van a ser mis primeras elecciones locales y las estoy viviendo con mucha ilusión.

Llevo años creciendo en un ambiente muy saludable con una familia ejemplar a la que si algo debo agradecer, aparte de haberme colmado de oportunidades y alegrías, es no haberme influenciado de ninguna manera a la hora de formarme una ideología. Mis padres siempre han tenido claro que es algo que tenía que hacer yo solo. Me han aconsejado, he discutido con ellos, y las diferencias se han puesto de relieve en acaloradas discusiones, pero jamás anduvo en nuestra boca el fácil argumento de «X partido es mejor que Y partido». Año tras año he ido creciendo, he leído, visto y oído cosas suficientes para que mi ideología fuera cristalizando y se transformara en el pensamiento que profeso hoy día.

Llegadas las esperadas elecciones, tengo claro a quién voy a votar. Mejor dicho, tengo claro a quién NO voy a votar. Razones tengo de sobra para creer que un cambio en el ayuntamiento de Orihuela va siendo necesario tras tantos años de gobierno de corruPPtos. Pero como buen ciudadano, me dije a mi mismo: «vamos a jugar al juego de la democracia», y procedí a leerme los respectivos programas de cada partido, de todos (al menos, de los que contaban con uno), para por lo menos saber qué es lo que ofrecía cada uno. Y sí, también cogí un programa del Partido Popular. « ¿Por qué no?», me dije. Leer nunca hizo daño a nadie. Y aquí es donde me cabreé.

Porque es inadmisible que en unas elecciones serias haya gente que se pase por el forro la ortografía de nuestra lengua. Porque estar hojeando el folleto y que de repente (como dicen mis amigos) me encuentre con la primera en toda la frente, me duele, de veras que me duele: «tí». El que haya redactado este programa parece haber olvidado que los monosílabos en español (salvo los que tienen un doblete tónico, como en el caso del pronombre «te» y el sustantivo «té» ‘bebida’) nunca llevan tilde. Por lo tanto, falta de ortografía. Lejos de ser la única de este estilo, leyendo más adelante también me encuentro con otra palabra monosílaba que no debiera estar tildada, pero lo está: «fé». Vamos mal.

Debería haber poca tolerancia para con las faltas de ortografía entre gente seria que pretende gobernar (o malgobernar, como han hecho hasta ahora, en mi opinión) una ciudad, porque denota incultura, falta de interés en la lengua e incluso pedantería, intentando a veces hasta parecer más, poniendo tilde a palabras que no la llevan, como en el caso del monosílabo «ti». Lo siento, es que lo de «ti» con tilde me saca de mis casillas, es algo superior a mí (con tilde). Si permitimos que gente inculta y pedante llegue a nuestro Ayuntamiento, ¿nos extrañaremos luego de que haya imputados en el seno de las instituciones, o de que tengamos concejales de cultura (o concejalas de cultura como, por desgracia, se ha puesto tan de moda decir) como los que tenemos?

Bueno, seamos condescendientes, pase lo de la acentuación de los monosílabos: al fin y al cabo este tipo de palabras llevaron tilde una vez, cuando la ortografía del momento así lo permitió. Dentro de las faltas de ortografía, es de las menos punibles.

Ahora bien, ver escrito «mayóres» o «civico» es, no nos engañemos, no conocer nuestro idioma ni sus reglas de acentuación, y eso es grave. Casi me causa una úlcera ver escrito «ésto» con tilde… por favor.

Hoy es el día de la presunción de inocencia (¡los del PP, en especial los de la Comunidad Valenciana, están de suerte!), y por ello vamos a suponer que esta buena gente hizo bien su trabajo y que todos estos errores se deben a fallos en la imprenta. No han tenido culpa de nada. ¿Esto sería mejor o peor?

Pues todavía peor, si cabe, porque si eres un poquitín responsable y consecuente, antes de darle difusión a tu programa electoral, compruebas que esté bien escrito y redactado, y que, por supuesto, no haya escritas cosas como «fublico» donde debería decir «público», lo que me lleva a pensar que desde el PP ni siquiera se han tomado la molestia de echarle un vistazo a su programa electoral. Y si ellos no lo hacen… ¿esperan que yo lo haga? Señores, por favor…

Ya no estoy atacando sus propuestas electorales, ni estoy atacando los falsos argumentos a los que nos tienen acostumbrados, sino simple y llanamente, su forma de expresarse. Y eso que solo he nombrado las faltas ortográficas, porque también podría meterme con algunas mentirijillas que sueltan por ahí.

Por ejemplo: me fastidia mucho que incluso pongan palabras en boca de alguien que no las dijo por motivos electorales. Que digan que la frase «fuertes razones hacen fuertes acciones» era de un filósofo, cuando era de Shakespeare… pero claro, un filósofo suena más convincente. Qué mentirosillos…

Estas cosas me hacen reflexionar sobre lo que está pasando hoy día. Hoy día cualquier persona puede acceder a la política, todo vale (¡mentir también!), y eso es deprimente. Y yo, un tonto que peca de buena fe (sin tilde), porque después de la cantidad de patadas al diccionario y a la norma lingüística por parte de su partido, cuando me llegó su propaganda electoral por correo, (el programita que ya tenía lo había cogido yo por mi cuenta, para que vean lo tonto que soy) en lugar de tirarla directamente a la basura, la abrí y comencé a leerla. Era una carta de Rajoy que se encabezaba de la siguiente manera: «Queridos amigos/queridas amigas…». Leí este encabezamiento y acto seguido la tiré. Porque si con las faltas de ortografía no puedo, lo «políticamente correcto» hace que se me lleven los demonios… pero no voy a hablar de esto ahora. Para eso ya tenemos a Pérez-Reverte, que lo hace como nadie de bien.

Sepamos apreciar nuestra lengua, señores y señoras del PP. Parafraseando a una Ilustre de nuestra política nacional y gran lingüista (tontos hay en todos lados), esperemos que los miembros y miembras del Partido Popular cuiden un poco mejor su forma de expresarse en futuras propagandas electorales, que se verá reflejada en placas con nombres de calle sin faltas de ortografía (menos mal que no he hablado de Ferrando en este artículo), una mejor imagen pública y, lo que es más importante, votantes que puedan estar orgullosos de sus políticos, no que sientan vergüenza de ellos, como pasa ahora. Quizá el día que escriban bien les vote.

Que tire la primera piedra el que esté libre de pecado, dice cierto libro. No crean que no he tenido esto en cuenta, señores. No quiero ir de catedrático de la lengua española, ni sonar pedante. Yo también cometo faltas de ortografía de vez en cuando. Pero yo no me voy a presentar a unas elecciones. No nos olvidemos de este importante detalle.




David Verdejo Moreno