miércoles, 12 de diciembre de 2012

Símbolo y contexto

Cuando Sigmund Freud pronunció la célebre frase “A veces, un hombre fumando un puro es sólo un hombre fumando un puro”, quería poner de relieve que, en ocasiones, un gesto no esconde nada más allá. Es pues de justicia decir que, a veces, 15 niños haciendo un saludo fascista son sólo 15 niños haciendo un saludo fascista. Sería sensacionalista hacer inferencias arbitrarias a partir de un vídeo donde aparecen chavales demasiado jóvenes haciendo cosas demasiado viejas. Pero si pensar de más sería injusto, pensar de menos sería ingenuo. A veces la fiebre es sólo fiebre, a veces es el síntoma de una grave enfermedad. Por ello, quizá sería más interesante sacar conclusiones limitadas (pero razonables) así como dirigir el foco de atención al contexto que rodea al vídeo.

Para empezar, podemos afirmar que los protagonistas de las imágenes conocían ,al menos parcialmente, el significado de sus actos. Lejos de alzar la mano espontáneamente, acompañan su puesta en escena con la Marcha de Granaderos (himno oficial heredado de y ensalzado por la dictadura). Es decir, los sujetos tenían idea de que una forma muy concreta de saludar iba unida a una música determinada. Todo ello nos permite concluir que los chavales tenían algún grado de conocimiento del franquismo (quizá simplista y vago). Aventuremos la siguiente hipótesis: algunos conocen nuestra historia lo suficiente como para jugar con sus símbolos pero no tanto como para saber lo que realmente significan. En el estado español no negamos la existencia del franquismo pero la construcción ideológica de su historia carece de la condena necesaria. 
 


Otro elemento importante que rodea al famoso vídeo es la estructura educativa. El colegio, como institución, no puede ser plenamente responsable de todo lo que sus alumnos hagan, pero sí debe serlo de las consecuencias. Uno no puede elegir las actuaciones de los demás, pero sí cómo reaccionar ante ellas. Así, llaman la atención dos cosas. La primera es que el célebre vídeo anduvo sin pena ni gloria dos años por la red y sólo se difundió cuando sectores de la izquierda lo denunciaron. De aquí podemos deducir que, en principio, no hubo reprimendas en el seno del centro y que, si las hubo, no serían tan serias como para trascender. Orihuela es lo bastante pequeña como para que ciertas cosas se sepan con facilidad. Sin embargo, esto es hipotético y es el colegio quien tendrá que confirmar qué hizo tras los hechos (si acaso hizo algo). La segunda cuestión tiene que ver con el marco de autoridad. Cualquier centro educativo está sujeto al mismo marco normativo que afecta a toda la sociedad pero, además, desarrolla sus propias norma internas de funcionamiento. Que unos niños monten la escena de marras a cara descubierta y en presencia de numerosos profesores y compañeros revela la ausencia de expectativas de ir a ser castigados severamente. El colegio dijo que no fomentaba valores franquistas. Bien, de acuerdo, pero desde luego tampoco los penaliza con suficiente rigor. En otro marco normativo tal vez no se habrían aventurado a hacerlo. En cualquier caso no estamos ante un problema de un colegio en particular sino de la educación en general.

Finalmente, nos encontramos con alguna de las reacciones de fuentes cercanas al colegio. El presidente de la asociación de padres y madres lo calificó de “travesuras”, dejando de lado adjetivos más contundentes. Tal vez sea una “travesura” pero no debemos dejar de preguntarnos por qué eligieron esa y no otra.

El escándalo montado en torno al vídeo no debe hacernos perder de vista que, aquí, no tenemos que discutir sobre un colegio determinado sino sobre una problemática más amplia enraizada en nuestro pasado reciente. Posiblemente, los protagonistas del vídeo sean los menos culpables: hijos de una generación que renunció a su memoria, alumnos de un sistema educativo que amputa nuestro pasado para ennegrecer nuestro futuro. Estos chavales no son (al menos de momento) un problema presente, sino el recordatorio de que no resolvimos los pasados. Algo falla en un país donde asesinos como Fraga son enterrados como demócratas de toda la vida; donde ladrones heredados de la dictadura se convierten en antidemocráticos jefes de estado; algo falla, y mucho, en un lugar donde levantar el puño por la independencia de Euskadi te convierte en terrorista pero alzar la mano abierta por la opresión de España te convierte en un travieso.




Karlos Bernabé


5 comentarios:

  1. Y Carrillo un santo te ha faltado decir.

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  2. el fascismo franquista está incrustado en la médula de esta sociedad católica, apostólica y romana, en Orihuela mucho mas, de raza nos viene, ahí tenemos la historia y a nuestro mas conocido muerto por los fascista, Miguel, pero siempre habrá alguien que dice que la culpa de todo la tiene Carrillo, soy partidario de borrón y cuenta nueva, y el señor que reconozca a los suyos!!

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  3. Que gusto da reirse de que hagais contextos como este sin tener ni idea de que se hizo en ese colegio catolico y liberal,

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  4. Gracias por una reflexión realista y contundente, a la par que comedida.

    David V.

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