El consejo político local de Izquierda Unida ha registrado en el Ayuntamiento de Orihuela un escrito solicitando el cumplimiento de la ley 52/2007 de Recuperación de la Memoria Histórica. Escrito del que esperamos rápida respuesta por parte del Consistorio.
Consideramos que ya es hora de que el Ayuntamiento de Orihuela manifieste su desacuerdo con la presencia de símbolos franquistas de cualquier naturaleza en el municipio y, en cumplimiento del art. 15 de la ley, proceda en breve a eliminar del municipio todo aquello que haga referencia a la dictadura franquista en cualquiera de sus manifestaciones, que desgraciadamente en Orihuela no son pocas:
- Calle Francisco Llor.
- Calle José Antonio.
- Calle División Azul.
- Calle Comandante Manuel Gimeno.
- Calle Alcázar de Toledo.
- Calle Antonio Pinies.
- Paseo Calvo Sotelo.
De igual manera hemos solicitado al Ayuntamiento que inste a la Consellería de Educación a cambiar el nombre al CEIP “Villar Palasí”.
No entendemos la hipocresía del PSOE cuando, estando en la oposición, presentó en varias ocasiones mociones al pleno, incluso elevando la petición al Defensor del Pueblo, con la finalidad de que el gobierno del PP cumpliera la Ley, y ahora cuando es el mismo PSOE el que forma parte del gobierno municipal no mueve ni un solo dedo.
En nuestra opinión estos hechos responden a la forma de actuación de este partido que desde la oposición intenta aparentar ser un grupo reivindicativo pero tan pronto ocupa el poder prefiere mantener su estatus, siendo esto síntoma de la absoluta carencia de valores de izquierdas en el seno de la dirección del PSOE, especialmente en la ejecutiva oriolana encabezada por Antonia Moreno.
Tenéis razón. Justa reivindicación. ¿Y la avenida Calvo Sotelo? Aquí habría discusión acerca si Sotelo sería considerado como precursor franquista o algo así. Yo personalmente lo quitaba.
ResponderEliminarHola Gonzalo! sí, también pensamos que el Paseo Calvo Sotelo debería cambiar su nombre. Muchas gracias por tu aportación.
ResponderEliminarSalud y República!
Nuestra última guerra civil se caracterizó por ser especialmente cainita, ningún bando respetó los acuerdos de Ginebra, los civiles sufrían la represión más arbitraria de los que, independientemente del bando que fuera, realizaban ejecuciones sumarias con los sospechosos de apoyar al bando contrario. La tan cacareado legitimidad de la Segunda República por las urnas en realidad desapareció cuando sus dirigentes intentaron aniquilar a la cúpula de la oposición política llevados por lo que hoy llamaríamos “miedo insuperable” al ascenso del fascismo en Alemania e Italia (olvidándose del triunfo del comunismo en Rusia) y porque unos extremistas de poca importancia, de diferente ideología, andaban entre ellos a tiros como gansters. El republicano de derechas José Calvo Sotelo, elegido democráticamente por las urnas, fue el primer asesinado abandonado ante los muros de un cementerio, aunque se podría haber elegido indistintamente una cuneta, precedente tras el que iban a seguir miles de españoles también de ambos bandos. La venganza del vencedor fue igualmente cainita e injustificable pero no hay que olvidar también el genocidio de 25.000 curas y monjas no beligerantes, con el beneplácito de los republicanos, y que hoy Santiago Carrillo, si no responsable directo sí responsable de la seguridad de los 12.000 asesinados en Paracuellos de Jarama, ostenta un “Doctorado Honoris Causa”. Si ofenden las banderas preconstitucionales, también lo hacen los de una República que no tuvo la dignidad, al menos, de enarbolar la bandera con que se firmó la Constitución de 1.812, o la hoz y el martillo en cuyo nombre se asesinaron millones de personas. En cualquier caso no creo que nadie a estas alturas quiera un gobierno fascista ni republicano a la antigua usanza, es decir sin garantías constitucionales para nadie, ni menos un comunismo visto su fracaso en el resto del mundo. Abogo porque se busquen y se entierren a los muertos de la guerra pero en cuanto a responsabilidades no hay que olvidar que la nuestra no fue una guerra de buenos y malos, sino de peores.
ResponderEliminar