El consejo Político de Izquierda Unida Orihuela, ante la noticia del cese de Pedro Mancebo, por parte del alcalde Monserrate Guillén y el abandono del resto de concejales de Clr, queremos manifestar:
La descomposición del gobierno municipal, que desemboca en esta ruptura, ha sido fruto de un proceso que se inició en el mismo momento en que el tripartito comenzó a gestarse. Desde entonces, el pueblo de Orihuela ha sido testigo de cómo los intereses personales, las ambiciones y los egos de los ediles de estos tres partidos se han antepuesto al bien común a la hora de gestionar los problemas del municipio.
Estas fuertes tensiones institucionales, unidas a la manifiesta afinidad entre determinados concejales de la coalición CLr-CLARO y el PP –algo que ya advirtió IU durante campaña electoral– y la consiguiente salida del tripartito por parte de Houliston y Mayoral primero y el cese del resto de Clr del gobierno municipal, han propiciado que el gobierno encabezado por Monserrate Guillén se vuelva insostenible en el tiempo.
La descomposición del gobierno municipal, que desemboca en esta ruptura, ha sido fruto de un proceso que se inició en el mismo momento en que el tripartito comenzó a gestarse. Desde entonces, el pueblo de Orihuela ha sido testigo de cómo los intereses personales, las ambiciones y los egos de los ediles de estos tres partidos se han antepuesto al bien común a la hora de gestionar los problemas del municipio.
Estas fuertes tensiones institucionales, unidas a la manifiesta afinidad entre determinados concejales de la coalición CLr-CLARO y el PP –algo que ya advirtió IU durante campaña electoral– y la consiguiente salida del tripartito por parte de Houliston y Mayoral primero y el cese del resto de Clr del gobierno municipal, han propiciado que el gobierno encabezado por Monserrate Guillén se vuelva insostenible en el tiempo.
Además, una vez en el poder, el tripartito ha incumplido promesas electorales esenciales para el supuesto cambio que pregonaban, a saber: la realización de una auditoría de cuentas, la elección democrática los alcaldes pedáneos, o la gestión urbanística transparente....
Este cúmulo de circunstancias ha acabado por dar al traste, no sólo con el gobierno tripartito, sino con la ilusión por el cambio generada entre los oriolanos tras las últimas elecciones municipales. El tripartito nació sin principios, vivió sin principios y murió sin principios. Y es que juntar votos renunciando a conciencias es la esencia del electoralismo que ha propiciado que la expectativas levantadas por estos tres partidos cuando estaban en la oposición, hayan quedado en nada.
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