martes, 13 de septiembre de 2011

Partidos Maltratadores



La rigidez de los juicios humanos carece de límites, puede ser infinita. No son pocas las ocasiones en que, una vez definida la realidad, no importa cuántas veces esta contradiga nuestras opiniones para que, aun así, se resistan a moldearse. Ocurre con ese equipo de fútbol al que sin saber por qué ni cuándo nos aficionamos, por el que nos alegramos y padecemos sin importar lo mafiosos o mercenarios que sean sus dirigentes y jugadores respectivamente. Algo parecido pasa con ese cantante al que idolatramos o el actor por el que suspiramos. Les perdonamos y justificamos si hacen 2,3 o 4 películas o discos infames o si se descubre que alguno es un mafiosillo metido en el juego de la SGAE. Es decir, la realidad no moldea nuestras opiniones tanto como nuestras opiniones retuercen la realidad. Y eso, en sí, no es del todo negativo, el complejo mundo en el que nos movemos los seres humanos está plagado de dilemas, decisiones e incertidumbres y quizá, si no tuviéramos cierto grado de confianza en nuestros juicios, el sano escepticismo podría hundirnos a más de uno en el nihilismo absoluto. Así, nuestras opiniones viven entre la resistencia y el cambio, tendiendo a mantenerse firmes pero haciendo concesiones cuando los hechos son tan obvios que es preciso cambiar de postura.


El problema surge cuando desarrollamos juicios tan duros, tan anquilosados y tan viscerales que nos aferramos a ellos como si de lo último que nos quedara en la vida se tratasen y nos negamos a cambiarlos cerrando así muchas veces la ventana a la realidad. En política, a menudo, las posiciones son de ésta rigidez tan peligrosa. Un acontecimiento reciente que podría parecer insignificante, nos aporta mucha información a este respecto. Días atrás se celebró la tradicional fiesta minera de Rodiezmo, hace ya un par de años que los ejecutivos del PSOE no se dejan ver por allí (quizá tengan, por fin, un mínimo de vergüenza) pero unas declaraciones de un dirigente sindical son preocupantes. Según TVE, uno de los intervinientes, disertando sobre las reformas económicas y laborales , acusó al PSOE de “habernos engañado” y al PP de “ser un engaño en sí mismo”. Fíjense, parece que dice lo mismo, pero pongan la lupa y descubran el matiz. Ahí está, ese verbo ser (que implica identidad, esencia) del que se escapa el PSOE pero parece venirle como anillo al dedo al PP. Detrás de esa formulación se esconde un engaño sutil, un peligroso matiz lingüístico. Cuando el PP machaca a los trabajadores, ayuda a la banca, se alía con el emporio económico de la Iglesia o comete atentados antidemocráticos lo que ocurre es que el partido “es” y se limita a confirmar su esencia. Sin embargo cuando el PSOE hace exactamente lo mismo, lo que ocurre es que “hace”, es decir, se descarría, se equivoca, pero no “es” . No importa que en los más de 20 años que el PSOE ha gobernado el estado no haya hecho otra cosa que privatizar; que nunca jamás haya revisado los concordatos con el Vaticano o que haya mantenido e incluso incrementado los privilegios económicos de la iglesia; que se cometiera terrorismo de estado con los GAL en los 90 tampoco parece relevante ; que haya eliminado impuestos a los ricos con la exención del Impuesto sobre el Patrimonio; parece que no importa tampoco que un partido que se dice de izquierdas (cada vez con la boca más pequeña) nunca haya cuestionado la monarquía, antes bien al contrario, se ha dedicado a privilegiarla y lamerle la entrepierna; tampoco parece ser relevante que el mismo Rodríguez Zapatero que hoy invade Libia en nombre de la libertad (de mercado) se haya relacionado antes al más alto nivel con Gadaffi o que haya vendido armas al pacífico estado de Israel. Nada de eso importa, si el PP hace exactamente lo mismo es porque “es” la derecha. Pero si el PSOE lo iguala (cuando no supera) es que yerra, que no queda más remedio, “angelitos, no tenían otra opción”. Pues a esos admiradores enfervorecidos del PSOE que lo adoran cual si su equipo de futbol fuera cabe recordarles que sus progres líderes sin corbata llevan mucho tiempo “equivocándose” y mucho “error” a las espaldas. A esa misma gente, hemos de preguntarles ¿hasta dónde llegará su fanatismo? ¿cuándo pasará algo tan grave para dejar de confiar en unas siglas de forma fanática y ciega?. Es hora de elegir, o los cuadros medios y altos del PSOE (concejales incluidos) son ineptos o saben lo que hacen y, por tanto, son la derecha tanto como el PP.


Pareciera que el PP es ese hombre borracho, ludópata y maleducado que, al llegar a casa, convierte el cuerpo de su mujer en el saco de boxeo en el que descargar sus problemas, ese maltratador empedernido que encaja en el estereotipo desaliñado, maloliente y agresivo que insulta tanto como pega y pega tanto como bebe. Ese sujeto al que todos los vecinos reprueban, al que la madre de la maltratada esposa nunca vio con buenos ojos. Pero luego está el otro formato, tan peligroso como el anterior, ese tipo elegante y de buen ver, de buenas costumbres y trato cortés. Ese que lleva a su mujer del brazo por galerías y centros comerciales pero que en casa tiene la sonrisa tan larga como la mano, ese que no huele a vino de taberna pero sí a colonia machista y que, al acabar el día pega tan fuerte como el otro. Ese hombre del que, al aparecer su mujer en el noticiario bajo una sábana, nadie diría que fuera capaz de hacer lo que hizo . “Era tan educado”, “nunca discutían”, “parecía tan bueno” etc, ya saben de lo que va la historia. Veremos cuánto tardamos en darnos cuenta de que el parlamento y los ministerios están copados por maltratadores, con o sin corbata, con o sin sonrisa, pero maltratadores del pueblo al fin y al cabo. Ojalá reaccionemos a tiempo para que en el próximo informativo, puestos a que haya un cuerpo bajo una sábana, este sea, para variar, el de los maltratadores y no el nuestro.


Karlos Bernabé (militante de EU Orihuela)

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